Narrativa
Madelain. El dolor de una madre en Metrópolis

Madelain. El dolor de una madre en Metrópolis

Para Madelain había sido un día duro. Como los anteriores, se había levantado temprano, y se había dado una ducha antes de despertar a Marcos. Odiaba hacerle madrugar para ir al colegio, pero si no lo hacía, llegaría de nuevo tarde al trabajo. Esa semana no podía permitirse que su jefe la volviese a ver entrando a deshora. Ya le habían dado dos avisos, y un tercero probablemente le costaría el despido. Desde la muerte de Tomás se había visto obligada a doblar los turnos para poder pagar el alquiler, y necesitaba ese empleo.

Conoció a Tomás hacía casi siete años, cuando vivía en el sector 30, y gracias a él pudo mudarse al sector 10. Pero aunque vivir en ese sector le supuso una mejora en su vida, los golpes de Tomás le hacían desear volver a su antigua habitación en la casa de vecinos donde se había criado. Al nacer Marcos, Madelain creyó que todo cambiaría, que Tomás se daría cuenta de que lo que hacía no estaba bien, pero no fue así. Tomás comenzó a frecuentar el 7Sins y al regresar a casa, los golpes fueron convirtiéndose en algo cotidiano…

En el colegio de Marcos, Madelain conoció a Selenia, la madre de Nohe, y se hicieron buenas amigas. Una mañana, Selenia descubrió las marcas de los golpes de su amiga, y sabiendo ya por su hija que Marcos también los sufría, habló con ella. Le contó que su marido “conocía a gente… gente que hacía cosas…”, que podrían ayudarla a ella y a su hijo… que podrían hablar con su marido para que dejase de tratarles mal, e incluso darle un arma a ella para que pudiese defenderse si volvía a hacerles daño… y Madelain aceptó. Aceptó sin saber que un par de noches después, su marido no saldría del 7Sins.

Al salir del trabajo, Madelain recogió a Marcos, y de camino a casa se detuvieron a comprar algo de comida para la cena. Madelain estaba demasiado cansada para cocinar y su hijo no tardaría mucho en quedarse dormido. Con suerte le dejaría tiempo para ella, quizás pudiese darse un baño, o conectarse un rato a 2Life y volver a encontrarse con Arkchy32. Quizás podría desconectar un rato de su vida y del cansancio que le acompañaba desde que llegó al sector.

Al llegar a casa, Marcos estaba tan cansado que se quedó dormido en el sofá mientras ella preparaba las cosas para cenar, así que lo llevó al cuarto. Lo tumbó sobre la cama y no pudo evitar echarse junto a él y detenerse a contemplarlo. Le parecía un ser tan hermoso que la estremecía. En el fondo, le daba vergüenza reconocer que estaba enamorada de él desde que nació. Acarició sus rizos con temor a despertarlo, pero sabiendo que aquello le reconfortaría aún más en su sueño.

El sonido del teléfono la sacó de sus pensamientos, y dejando al pequeño durmiendo, se dirigió al salón. Era Selenia. Parecía alterada. Había habido una fuga en la cárcel y un grupo de presos estaba en su edificio. Trató de calmarla sin éxito. Su amiga lloraba desconsolada, nerviosa, y su voz se solapaba con el llanto de Nohe, quien no comprendía lo qué estaba ocurriendo.

Un fuerte golpe provocó que ambas gritasen de pánico antes de que se cortase la llamada. Madelain, nerviosa, llamó a emergencias, pero no obtuvo respuesta. Las líneas estaban saturadas. Cuando quiso regresar al dormitorio de su pequeño, un fuerte ruido, seguido de algunos trozos de la pared que impactando en su rostro, la aturdieron. Había habido una explosión y le pitaban los oídos. Se sentía mareada. Confusa. Cuando al fin pudo enfocar lo que tenía ante ella, vio un enorme hueco en la pared, y a través de él, la calle. La habitación de su pequeño había desaparecido, y con ella, también lo había hecho el amor de su vida.

En las noticias, Effie dijo que unos terroristas habían liberado a los presos de la cárcel y que éstos, en su huida, habían provocado diferentes explosiones por todo el distrito. Aunque detuvieron a los cabecillas de los atentados, los interrogatorios se fueron alargando, y Madelain no veía que se hiciese justicia a su pequeño…

Una noche, en la que Madelain trataba de ahogar su dolor en licor, oyó a unos chavales emocionados por el morbo de acudir a una fiesta en el 7Sins a la que se rumoreaba acudirían los terroristas para darles un último gran espectáculo antes de enviarlos a la arena de nuevo con el León. La rabia enturbió la mirada de Madelain al no comprender que a esos asesinos se les diese de nuevo la oportunidad de escaparse antes de que se hiciese justicia… Y dejando su copa a medio beber, se puso en pie y comenzó a andar hacia el 7Sins. Al entrar en la discoteca, no pudo evitar apretar con fuerza el arma que su amiga le había conseguido y que llevaba escondida bajo la ropa.

Se dirigió a la barra y pidió otra copa que le diese fuerzas para hacer lo que llevaba queriendo hacer desde que le arrancaron a su pequeño. Con cada trago se sentía aún más inmersa en sus pensamientos, en su odio. Ese odio visceral que la reconcomía más cada segundo que pasaba. Una racha en su hombro la devolvió a la realidad. Alguien había pasado junto a ella haciéndola perder ligeramente el equilibrio. Era una chica de pelo azul que parecía nerviosa y llevaba algo brillante en el cuello… Esa chica… Esa chica era a la que estaba buscando.

Effie había dicho en su informativo que ella era la cabecilla del grupo terrorista, y estaba allí, tan alegre, de celebración en aquella discoteca, mientras que de su pequeño Marcos tan sólo quedaban algunas cenizas en un tarro. La persiguió por la pista de baile con los ojos llenos de lágrimas hasta otra sala donde la chica del pelo azul se encontró con un muchacho. No se atrevió a entrar, y desde la puerta les oyó discutir. Ella culpaba al chico de haber matado a cientos de inocentes y haberle echado la culpa a los nómadas, de usarlos de cabeza de turco para no decirle a la gente que la policía había provocado las explosiones, matando a cientos de inocentes para acabar con los presos, y el chico, cabizbajo, le daba la razón. ¿Todo había sido culpa de la policía? ¿La policía había matado a su pequeño? Madelain no comprendía lo que estaba escuchando, y se sentía confusa. ¿Les habían engañado? No, seguro que era una treta de la terrorista para parecer inocente, pero entonces, ¿por qué el chico le daba la razón?

Madelain adentró la mano por debajo de su camiseta para coger el arma, acabaría lo que había ido a hacer. Necesitaba vengar a su pequeño y a su amiga… Pero mientras dudaba, un grupo de gente interrumpió en la sala y se llevó a la chica del pelo azul a un lugar al que no la dejaron acceder… Y para cuando se quiso dar cuenta, los presos ya no se encontraban en el 7Sins, y a ella le asaltaban las dudas sobre quiénes habían sido los verdaderos culpables de la muerte de su pequeño.

Fragmento de #ProyectoCaos.